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Ficha Vittorio IX

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Mensaje por Charlotte Miér Jun 11, 2014 11:06 pm



His majestic... is here




  • Nombre Completo: Vittorio IX de Trincattore
  • Apodos: Ninguno
  • Edad: Desconocida
  • Raza: Aunque muchos lo pongan en tela de juicio, todo apunta a que sería humano
  • Sexo: Masculino ♂







Descripción física, edad y vestimenta




Su verdadera edad es un misterio, pues ha permanecido ya algunos años al poder y no obstante a ello sigue conservando la apariencia de un joven adonis, rondando entre los 25 y 30 años. A esto se le agrega que nunca ha revelado su edad real.

Mide 1.85 de estatura. Es de complexión delgada, más no enclenque pesando alrededor de 75 kg. Posee rasgos distinguidos, gallardos, dignos de alguien de la nobleza que conjugan con su tersa tez apenas tocada por el sol; aunque algunas veces luce más blanco de lo normal. Su cabello es largo hasta la espalda, ondulado y de matiz castaño obscuro por no decir negro, que la mayoría de las veces suele llevar sujeto en una coleta baja, por costumbre y comodidad. Algo que resalta más de su faz además de sus facciones son sus ojos, que cual cuencas de ámbar reflejan en su cristalinidad sus emociones, su fervor, su pasión. Posee un perfil orgulloso y ciertamente gallardo, de rostro anguloso y casi perfecto embebido en confianza y seguridad. Su andar es firme y decidido igual que su cariz, con su estilo propio por supuesto. Empero, algunos habitantes observadores podrían declarar que de cuando en vez se le nota un tanto más común, menos soberbio y con un gesto acrecentadamente generoso y desinteresado, más humano y gentil.

Viste elegante, sería técnicamente imposible verle en fachas o algo parecido por lo menos, porque siempre está presentable y con los mejores trajes, siguiendo las últimas tendencias. Gusta de los colores obscuros como el negro o el rojo, pero además del elegante blanco por supuesto. Puede vestir de muchas maneras de lo más aristocráticas, sin embargo su traje preferido es un conjunto negro a rayas blancas, camisa blanca de fino lino con holanes en el pecho, un chaleco rojo vino, botas oscuras y una prominente gabardina de doble cola, con detalles plateados de cruces y algunas cadenas de plata que hacen juego con todo lo demás.



Descripción psicológica




Todo ciudadano y visitante en su bienamado reino encuentra en el rey de Trincattore una inigualable cortesía y exquisita amabilidad, sin olvidar jamás los modales propios de la etiqueta de un gobernador obviamente. Como monarca, al menos en la brillante Basel no se tienen muchas quejas suyas: antes que cualquier cosa procura otorgar lo necesario a sus ciudadanos. En sus ratos libres tiene preferencia por los eventos públicos, las fiestas, celebraciones reales, reuniones, conciertos, obras de teatro, inauguraciones, todo lo que tenga que ver con el progreso de su amada nación artísticamente hablando. Si algo es notable en él, es su amor por toda clase de arte existente en la faz de la tierra: Pintura, arquitectura, escultura, música, teatro… todo aquello que sea bello a sus ojos y sus oídos será digno de su admiración.

Tiene un carácter alegre, cordial, carismático y educado hasta la muerte, accesible, ciertamente amable y pícaro… aunque debajo de la apariencia contamos con un soberano con tintes de egoísmo, ambición, sátira, cinismo y soberbia que algunos pillan pese a la gentileza pulcramente fingida. Sin embargo, cabe destacar que a veces se comporta un poco más noble de lo común, su semblante es más sencillo y humilde por así decirlo; depende básicamente del día y del estado de ánimo que se le encuentre. No importa lo que ocurra, no podrá ser suficiente para hacerle perder su porte. La vida es un juego… y el solo se dispondrá a jugarlo, combatiendo y afrontando cada prueba que se cruce en su camino, mas nunca permitiendo que alguno de estos problemas se interponga en sus deseos o hasta la misma vida le impida conseguir lo que quiere. Odiado e injuriado por unos y adorado por otros, sin embargo muy raras veces cayendo en la indiferencia... Ese es nuestra majestad, Vittorio IX.





Historia




La historia de un regente como lo sería este sujeto, muchos esperarían que resultara fuera de lo común, llena de misterios y múltiples secretos. En cierta medida esto es verdad... pese a todo, ¿No todas las personas podrían pecar de comunes al menos una vez en su existencia? La gloria no se alcanza si antes no se está abajo, si no se ha luchado o sufrido en alguna manera. Nadie es nadie si no ha perecido, nadie llega a su sitio si no ha afrontado la vida. Él no es la excepción.

Es bien conocido que los papas y a veces los propios reyes se cambian de nombre al llegar a su cargo por distintas razones; él lo hizo. Su verdadero nombre sería Matías Trincattore, igual que su padre, el anterior soberano. Nacido obviamente en la familia real y siendo el menor de tan solo 2 hermanos, no tenía qué preocuparse por un futuro en el que la carga de la corona del reino y todas las responsabilidades que este peso conllevan, cayeran sobre su persona. Como lo dictaba la tradición, el primogénito (su hermano mayor) y no él heredaría dicho trono al fallecer su progenitor. Simplemente no era su destino.

Desde niño mostró una fascinación arrebatadora por todas las estéticas disciplinas de la cultura floreciente en su país, sin contar que era poseedor de un gran genio y facultad en estas aéreas, sobresalientes tales dotes para su edad a comparación de otros infantes cual si no hubiera más que nacido para ello. Él sencillamente era un joven soñador, un ser imaginante y creativo, un chiquillo artista cuyo único anhelo era embelesar a las demás almas mortales con sus obras, la expresión de su alma, el lenguaje de su quintaescencia, su "Raison d'trê". Así, el pequeño ambicioso fue creciendo día a día y dejando eventualmente de ser un chiquillo. Más allá del gran fanatismo que corría por sus venas hacia todo por cuanto fuera bello, no se sabe gran cosa de su pasado; aunque claro, como en toda persona dentro del ambiente aristocrático y la polémica de una patria, se rumorea que el joven Vittorio gustaba de una vida de galantería, lujos desmedidos, fiestas, celebraciones reales y no tan reales, pasiones furtivas y por demás, depravaciones. Otros más cercanos a la corona afirman que el anteriormente Matías Trincattore tan solo era un muchacho noble, humilde a pesar de su clara posición social, atento de las necesidades de los demás y sencillo sin igual, inocente de malos caminos y entregado en cuerpo y alma a sus estudios y deberes, a su arte y sobre todo: a su familia. ¿Cuál versión seria verídica? Nadie puede tranquilamente afirmar ninguna, o jurarlo y poner sus manos al fuego para defender su idea, pero lo cierto es que lo que fue realmente su puerilidad y juventud son un enigma.

La vida pasa y uno nunca se pone a pensar que las cosas pueden cambiar de un momento a otro, de la forma más trágica y sorpresiva. Hacía aproximadamente unos 10 años, a comienzos de 1658 Roselure se encontraba cruzando tiempos de crisis no perecidos hacía más de 500 años atrás. Estos instantes de dificultad terminaron casi de la noche a la mañana en una guerrilla interna causada esencialmente por diferencias entre Basel, la capital, y Ofen, los barrios más bajos y decadentes de toda la república. A través de diferencias políticas y de organización en su mayoría, todo fue similar a cuando se osa quitar la piedra que esconde debajo de sí la entrada a un abismal hormiguero, queriendo erradicar la colonia con el ingenuo e insensato pensamiento de que tal empresa puede realizarse con suma facilidad, no obstante llevándose la sorpresa de que la colonia era mucho más numerosa y mortífera de lo que se esperaba, de lo que podrían afrontar... un cubil de muerte y condena. La rebelión de la ciudad vecina se acercaba lentamente a la capital, razón por la cual requirió la pronta y certera respuesta del ejército real para rebatir a la amenaza que representaba esta revuelta. Entre aquellas filas, iba enlistado incrédulamente el futuro sucesor a la corona e hijo mayor. Su nombre era Alessandro, príncipe primero de la corte.  

"Padre, madre, hermano... es necesario que vaya. Ya sé que estarán muchos más soldados claramente superiores a mí en fuerza, agilidad y habilidad en el combate, a pesar de que haya dedicado casi mi vida al ejército... pero es mi deber como futuro  gobernante. ¿Qué sería del rey si no sabe defender a su nación en tiempos de guerra, si no conoce lo que es dar todo por ella y si no sabe lo que realmente esta necesita? ... Además, tan solo son disturbios políticos, ¡Nada que no pueda arreglarse con acuerdos! Ellos no son bárbaros, tan solo son gente que no goza de una vida como la de nosotros, ni siquiera de lo más básico; que pasan hambre y pobreza, enfermedad y condena, ¡Que nos gritan ayuda! ¿No lo ven? Nos necesitan, nos están pidiendo auxilio a gritos, necesitamos rescatarlos de toda esa miseria, de esa corrupción y decadencia en la que se han sumido y de la que son más víctimas que victimarios... es por eso que preciso partir a Ofen. Prometo que regresaré... así que no te preocupes, padre. Mamá... por favor no llores, no pasará nada malo, todo estará bien. Matías... cuida bien de mamá y de la casa por mí. Estas a cargo, por lo que puedo estar tranquilo. Lo dejo todo en tus manos, hermanito "

Nobleza, una sonrisa cálida y franca, valentía y humildes intenciones… todo ello llevaba consigo además de la armadura y la tizona, aquél quien alguna vez llevaría las riendas de su país. Un corazón bondadoso, junto con la determinación a detener la desgracia de la urbe vecina y de la suya propia… pero la ingenuidad y la ignorancia de cosas más allá de su comprensión de igual manera le acompañaban, y esas mismas al final serían su condena. Marchó a la degenerada capital junto con la milicia imperial en pos de alianza. Apenas pisaran las afueras del funesto territorio, los encendidos habitantes, transitando precisamente en esos límites de camino a Basel respondieron con hostilidad por el simple hecho de tratarse de la guardia nacional, ya que daban toda muestra de venir a arreglar el problema a filo de espada sin importar cuánta sangre se derramara en las calles. Justo como siempre hacía la corona, suprimir la molestia sin interesarse en lo que los demás necesitaban de verdad, lo que sentían, en los indigentes que morían de hambre, frío, enfermedades y asesinatos, alterando la ya de por si nefasta vida de los residentes, silenciarles y si era necesario, matarles… pero no. El príncipe Alessandro ordenó que únicamente se limitaran a controlar a los enardecidos, y que bajo ninguna circunstancia alzaran sus armas en contra de nadie así intentaran terminar con las vidas de sus compañeros soldados.

“Quiero pedirles que se detengan no por mí, sino por mi gente y por vosotros mismos. No vine aquí a calmaros con uso de brutalidad, mucho menos a cobrarme sus vidas por la rebelión que llevan a cabo. La violencia solo puede traer más violencia, y me encuentro consciente de lo que carecen. Estoy completamente dispuesto a otorgaros lo que necesiten y a poner fin a su vida de pobreza, ¡Por que a final de cuentas pertenecemos a la misma nación! Nadie es superior a otros por las riquezas que posea o por el título que obtente ¡Ustedes y yo somos iguales! Yo también soy un ser humano igual que vosotros, y no soy ignorante de lo que tienen que pasar. El hambre, las enfermedades, el rechazo, la pobreza, la muerte de sus seres amados… Y no puedo ni voy a dejaros morir a nadie más aquí si es que puedo ayudaros; es por esa razón que quiero que me lleven con sus gobernantes, quiero llegar a un acuerdo con ellos.”

Eso y muchas más cosas fueron prometidas de buena fe y con el corazón, con la sinceridad y determinación que solo podría tener un caballero, al igual que con la gallardía y la potestad de un monarca honesto. Aquello era algo que ningún otro había osado si quiera sugerir en el pasado. Como debía ser, Alessandro gozaba de una gran habilidad con la labia y la facultad de empatizar y convencer a la gente, lo que le sobrevino después de varios intentos el persuadir a la humilde multitud sobre sus planes de levantamiento. En pocas palabras, consiguió terminar la revuelta y que además le llevaran con los grandes poderes de la vejada localidad, para imponer una solución a los problemas. Una promesa que para el joven no costaría trabajo cumplir, el dinero no sería problema alguno. El dinero…

Ese mismo día, cuando llegó el ocaso, Alessandro y su cuerpo militar ya estaban a las puertas de la casa poseedora de la mayor autoridad en la población, con la muchedumbre detrás suyo. Muchos con ilusión y un creciente aprecio por el primogénito Trincattore, otros con simple curiosidad, unos más con incredulidad y mofa al verle creer que con solo parar el hambre, la miseria y las enfermedades las cosas fuesen a cambiar en aquella localidad de mala muerte… más aún así se dirigió al sitio, guiado por los esperanzados súbditos. Fue extraño para el varón sucesor encontrar que justamente, se le esperaba con los portones del lóbrego palacete abiertos de par en par, servidoras a cada lado de la entrada dándole la bienvenida, explicando que era un honor tenerlo allí, y que sus superiores estarían encantados de verle y hablar con él.  Todo estaba y estaría en orden, decían hallarse más que dispuestos para un santo acuerdo en el que las dos partes saliesen beneficiadas… pero con la condición de que únicamente el futuro soberano y a lo sumo un hombre de su entera confianza entraran a la sala con los altos mandatarios, los demás debían esperar afuera o de lo contrario las cosas seguirían tal como estaban, no habría trato alguno. Claro que las sospechas fueron levantadas entre los demás combatientes al instante, ¿Cómo rayos iban a dejar al heredero principal y su mano derecha con esa gente? ¿Qué intensiones tendrían y qué es lo que querrían hacer?... pero a final de cuentas, ¿Qué ganarían haciéndole algo al sucesor? Tan solo echar más leña a la pira sin sentido ni necesidad, provocar que el comienzo de una simple revolución terminara en una guerra nacional, sin ninguna conveniencia para ambas metrópolis… no, no harían nada en su contra y el caballero a rey estaba seguro de ello, razón que usó de argumento para instar a sus hombres que le dejaran ir, pues no existía otro remedio.

Se adentró al caserón acompañado de su mejor compañero de armas y amigo, al encuentro de cuyos próceres muy pocos habían visto a la cara. Los minutos pasaron, la tarde moría lentamente y daba paso a un cielo rojizo, turbio, una vista al infierno mismo que representaba para todo extranjero la “ciudad maldita”. Cayó el crepúsculo y con él, Alessandro y su cofrade salieron de la residencia al fin trayendo la noticia de que el problema estaba terminado: Ofen ya no levantaría sus armas y puños hacia Basel nunca más, aceptarían la ayuda monetaria para los necesitados y proveerían a la población lo necesario para su progreso, absolviéndoles paulatinamente de la carencias y otorgándoles una calidad de vida digna, con el requisito de que ninguna otra autoridad ajena al estado volvieran a inmiscuirse en la forma de vida y gobierno de Ofen después del favor, nada más. Nadie asegura cuanto de ello fue cierto y cuanto no, sin embargo muchos constatan que ambos muchachos salieron diferentes de aquella tertulia... un poco más sombríos y apagados, distantes; cual si les hubiesen quitado algo por dentro que no era meramente físico.

De la forma en que fuera, y porque Alessandro era un hombre de palabra, regresó a su amada Basel al día siguiente con las buenas nuevas, siendo reconocido y celebrado por su noble labor y éxito sin necesidad de batalla alguna. Las riquezas necesarias fueron dadas a Ofen para los necesitados, con lo que ciertamente la indigencia en ese núcleo pobremente urbano iba descendiendo en sus cifras. Si bien nunca alcanzarían el prestigio de la capital, al menos sí podrían vivir no tan infaustamente como antes. Consiguió la paz que tanto aspiró y a demás la gente era feliz, siempre se le agradecía por su cometido… no obstante algo estaba mal. Sonreía, sin embargo ese gesto era una sombra si se ponía junto a las sonrisas de antaño. Sus ojos revelaban cansancio, y si se miraba fijamente en ellos un sutil vacío que sobrecogía era encontrado por sus más queridos; ojeras acompañaban sus orbes con el paso de las noches. No era el mismo. Para agregar, el mismo colega que estuviera a su lado en la reunión con los representantes de Ofen presentaba de igual forma ese decaimiento. Los preocupados sirvientes y familiares recibían por parte de los afectados la explicación de que se trataba únicamente por cansancio, o simplemente nada… que en cuestión de días se recuperarían, no existía nada para temer.

Desgracias, vidas ajenas que se secan como las hojas, ¿Sacrificios quizá…? y los planes, no olvidar los planes que en cualquier instante, pueden derrumbarse. Un día, a casi mediados del mismo año 1658, de forma inesperada posteriormente a unos cuantos  meses tras la crisis de Ofen; y para peor, tras haber ido mostrando una paulatina mejoría en su persona, el joven Alessandro Trincattore falleció. Le encontraron inerte en el campo de entrenamiento tal si hubiese hallado su final como los héroes, en batalla, con la armadura puesta y la fiel espada a su lado. Los médicos no dieron otra explicación más concisa, que no fuera por problemas en su corazón. Se le notaba tan lívido, tan diferente con el toque de la muerte… con tan trágico e impensado acontecimiento, todo se desmoronaba. ¿Cómo había podido dar su último aliento así simplemente? ¡Aquello no debía de haber ocurrido! ¡El noble, bondadoso y valiente príncipe Alessandro había muerto! ¡Aquél que trajo la paz en Basel e inclusive a la problemática y corrupta Ofen no volvería a abrir los ojos jamás! Príncipe encantador, humilde y bueno… al final, un príncipe trágico. La familia real estaba desecha, el reino entero estaba desconcertado… y ahora los ojos de Roselure entera se posaban sobre el único hijo y legatario que quedaba: Matías.  

Ni siquiera hubo cumplido la mayoría de edad cuando, inmediatamente al perder al amado heredero original, comenzara a ser entrenado para suceder a su padre cual para colmo de males, comenzaba a envejecer notablemente.  Infortunado, gentil y triste jovenzuelo que no bastando con la pena de no tener más a su lado a su único hermano, su amigo y a veces su padre,  tendría que preocuparse de ahora en adelante en gobernar un país entero… para agraviar, con quien pudiese contar de consejero y ayuda, el mejor amigo del fallecido Alessandro desapareció misteriosamente sin dejar rastro alguno. Obviamente esto era algo para sospechar sobre sus vecinos: ¿No era demasiada casualidad que los únicos que entraran a hablar con los regentes de Ofen fuesen los únicos desaparecidos del mapa? Empero, nadie tenía facultad ni evidencias racionales para poder acusarles de algo. Ofen y su gente entera negaban haber visto al compañero de armas del difunto príncipe, se lo había tragado la tierra y todo quedaba en la nada, no existían culpables… Solo restaba educar a Matías y convertirlo en el rey que la patria necesitaba. Para colmo de males, si bien fue cierto que con  el oro concedido a los pobres oriundos en los barrios bajos de Ofen, la escasez de alimentos, medicinas y atención pudo amortiguarse, aquello no duró demasiado: se hundían de nuevo en lo mismo, tal que si estuvieran para siempre condenados a poblar en la peor de las miserias y el envilecimiento. Peor a ello: que la empresa y el bondadoso deseo de su hermano fueron en vano; ¿Mas qué se le iba a remediar? Exigieron a contraparte que no se metieran en sus asuntos otra vez o en pocas palabras declararían la guerra y nada habría servido... por lo que lo mejor aunque penoso en sobremanera, era dejarles en su eterna degeneración y depravación.

Suelen decir que cuando la muerte visita a una familia, en ocasiones se queda allí para llevarse a un miembro más… o a todos. La pobre madre y reina de Roselure al parecer no pudo soportar la pena de despedir para siempre a su primer hijo, porque un año después murió también. Le encontraron sin vida una mañana de abril de 1659 en su alcoba a meses de depresión, aunque extrañamente parecía estarla superando antes de su deceso, justo como pasara con Alessandro. Un fallecimiento más, y ahora solo quedaban el viejo gobernante y su muchacho. Otros 2 años pasaron para el nuevo heredero, habiéndose visto en el menester de dejar su pasión por su vocación, cambiando los pinceles y los cuadros por las armas para saber defenderse, su salón de música por las salas de juntas reales, la composición de melodías por la sabiduría oculta para dirigir una república; embebido forzadamente en la enseñanza que le llevaría por el camino de un rey, ¿Pero qué le se iba a hacer? de él dependía todo… con mucha mayor razón aún cuando en una primavera del año 1661, tras años de vejez y enfermedad acaecida ulteriormente a la defunción del varón primogénito, el rey Matías IX encontrara postrado en cama, el final de sus días. Uno seguido del otro: hermano, madre y padre.  Tan joven aún, tan inexperto, dramática y tristemente solitario, su nueva majestad ascendió al trono el mismo año como era de esperarse. Por fortuna no estaba desamparado en su labor, ya que el eterno consejo real se encontraba detrás suyo para guiarle junto con la milicia real. Un reino entero estaba a su disposición y no únicamente  a su cuidado. Se dice que se cambió el nombre a Vittorio no por no querer sufrir confusiones con su progenitor (eso hubiese sido un honor para él), sino porque directamente no se creía merecedor de ostentar en su reinado tan venerable nombre gracias a la memoria de su padre; pese a ello si optó por dejarse el IX como su antecesor, en su memoria y tributo. Otros declaran que al perder a sus seres más amados comenzó a volverse frío, sarcástico, egocéntrico y por demás: vanidoso. En toda la historia de Roselure nunca antes hubo un regente llamado Vittorio, nombre sobresaliente y elegante, distinguido y nada común a la época… así sería él. Tantos rumores circularon, circulan y seguirán haciéndolo alrededor de la corona, pero ahora…

“Ahora solo importa el presente, y lo que puedo hacer. Mi pasado… habrá sido infausto en su medida, puedo admitirlo; ¿Pero qué obra se puede juzgar de buena si no contiene tragedia en si misma? La vida es un teatro, una sonata y una oda. Tiene plasmadas la alegría, la pena y tantas emociones y épocas juntas que tienen que ser vividas para que la existencia encuentre su razón de ser. Es un juego que me dispuse a jugar y a ganar sin importar lo que se oponga en mí camino, tan simple como ello. Juventud, belleza e inmortalidad…  incluso el poder para dirigir una nación entera, una corona, un trono o las riquezas desmedidas pierden su encanto si no poseen la perfección y la dulzura que contienen una sinfonía, o la escena final y decisiva antes de dejar caer el telón, la perfección de una pintura o las maravillosas formas de una escultura; cosas que están más allá incluso del bien y el mal. ¿Qué si estoy dispuesto a todo por mi objetivo? Por supuesto…
porque nadie más que yo, Vittorio IX y señor de Trincattore, puede estarlo”




Rasgos destacables




Como se ha mencionado ya, su amor pertenece a todas las bellas artes que puedan haber, así que obviamente ha desarrollado habilidades en cada una de estas en mayor o menor medida entre unas y otras. Sabe pintar, tiene conocimientos también de escultura y arquitectura, es un buen actor (en el escenario y en la vida real a decir verdad) Pero por sobre todas las cosas, su principal pasión es nada más y nada menos que la música; siendo sus instrumentos favoritos el clavecín, el violín y el arpa… aunque claro, sabe tocar mas. Para muestra de ello, otra de sus ocupaciones además de las riendas al poder en Roselure y cuando tiene algún tiempo libre, es la de director de Orquesta.

Una de las últimas cosas que podrían señalarse sobre este monarca tan peculiar es que las armas tampoco son de su desagrado, sin mencionar que un verdadero rey no puede quedarse solo a expensas de la protección de su guardia real. Es por ese mismo motivo que desde joven se adiestró en el manejo del florete y algunas otras armas blancas, y un tanto más recientemente de las armas de fuego tal cual serían ciertos cañones, y el uso de la bayoneta o la espingarda. “Un pasatiempo que no está demás”


Extras



♦ Ocupación: Rey

♦ Reino al que pertenece: Roselure

♦ Intenciones: Hacer de su nación aún más deslumbrante y próspera de lo que ya es, sobre todo artísticamente hablando. Seguir haciendo lo que le gusta, dedicarse a las bellas artes.

♦ Físico original y procedencia: Märchen Von Friedhof ~ Sound Horizon

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