Consulta #1

Tu secretaria te había asegurado que llegó incluso 10 minutos antes de confirmar la cita (lo cual se hacía al menos con otros 10 de anticipación). Mera cordialidad, declaró. Despediste al raquítico paciente que al menos, abandonó el despacho menos nervioso de lo que había llegado, con algo más en qué pensar que en las posibles infidelidades de su joven esposa; y enseguida la hiciste pasar a ella: La dama rubia de labios carmesí y ropas de seda que dejaba una suave estela de gardenia al andar.

- Muy buenos días doctor, ¿Cómo le va? - Abordó la fémina, en una deslumbrante mascara sonriente al tiempo de tomar el asiento que le ofreciste frente a tu escritorio. Voz tan elegante como sus modos, pero extraña tu profesión en su boca como si no fuera una palabra que acostumbrara usar a menudo. O bien, nunca. - Ah, ¡Qué caballero! Muy amable - Fue un alivio pequeño que su gratitud ante tu gesto de acomodarle la silla fuera sincero, con fe de que no resultara mujer mundana, sino lo suficientemente profunda para hacer guardar silencio a los ignorantes.

-  Hermosa mañana para usted, señorita Green. Muy bien, gracias. ¿Que tal usted? - Respondiste, tomando asiento solo después de que ella ya habíase acomodado en el suyo.

- ¿Yo? Excelente, muchas gracias. Puede llamarme Clarimond, no es necesaria tanta formalidad doc - Su diestra, menuda, acomodaba en un delicado movimiento las hebras de oro refulgiendo al rayo del sol matutino colándose por la ventana, para que cayeran sobre su hombro cual si fuese una Verónica Lake. Su blusa era un lienzo de chifón y primavera cáduca sobre la pintura viviente que ya era ella por si sola, y te preguntaste el camino que tomó para resumar una elegancia tan... costosa. No en el sentido económico, por supuesto. - Supongo que está bien al tanto de por quienes estoy aquí y el motivo - Con su sonrisa develó que el asunto le importaba, si bien poco, lo suficiente para cumplir con la molestia de visitar ese lugar donde la gente con problemas largaba confesiones y miedos (muchos absurdos) sobre el diván, sea por hacer sentir mejor (o menos preocupados) a quienes estaban detrás de ella: Sus padres y hermana gemela... o para quitárselos de encima. - Eso haría las cosas más fáciles y nos ahorraría  mucho tiempo - Aseguró.

- Esta bien, Clarimond. Si, fue tu padre al sacar la cita quien me informó el porqué. Ya tuve incluso el... honor, de tratar a tu hermana primero - Y ella oltó una risa burlona con la sola mención de "honor", curvando el marco rojo de sus labios donde, por primera vez una fila de perlas se podría entrever.

- Ah, perfecto entonces. Ya cuenta con su versión de los hechos. Dígame ¿Cuanto se victimizó, Doctor? ¿Sacó a relucir todos sus eventos traumáticos a mi lado y cuan triste fue tener que compartir su infancia y adolescencia conmigo? ¿Cuanto odiaba que fuésemos gemelas? - En parte fingía el interés por saber las quejas de su simil, como si estuviera cansada de escucharlas y a la vez, avista a conocer que tan típica a su comportamiento fue contigo, una figura nueva.

- Es secreto de paciente y psicólogo, Clarimond, pero no tienes qué preocuparte por ello. Ella estará bien - Sonreíste con complicidad. Cierto que un gran número de quejas hicieron su número cuando ella estuvo en el sitio de tu nueva paciente, no obstante, rayaba entre lo normal y lo tolerable - No es eso lo que nos preocupa de todas formas, sino que ahora se trata solo de ti.  ¿A qué se debe tu distanciamiento con Selene? - Comenzaba la terapia con el más gentil de tus gestos, para hacerla entrar en confianza. La joven pareció agradecerlo, y comenzó:

- Todo comenzó a raíz del rompimiento de mi compromiso. Los descubrí besándose a unas semanas de casarnos, Doc - Te lo dijo con la mayor naturalidad, sin ni un atisbo de congoja pasada o vergüenza. - Pero ha pasado el tiempo suficiente para superarlo por completo, un año. Ya ni siquiera recuerdo por qué iba a casarme con él y es más, le agradezco a mi hermanita el haberme quitado a semejante espécimen de encima... pero, cuando se lo dije a ella no pareció tan contenta como yo. - Después te retiró la mirada, para posarla en el nácar de sus uñas en movimiento sobre la palma - No sé porqué, nada de lo que hago le parece y la verdad, me tedia el tener que aguantar su cara de pocos amigos. Tengo cosas mas importantes qué hacer que lidiar con su mal humor y sus tirrias. No tiene en absoluto nada para envidiarme, pero no hace otra cosa que darme esa impresión cada que estamos juntas... y de sentirme incómoda a su lado a estar en mi trabajo, opto mil veces por lo segundo. Me entiende, ¿Verdad doctor? - Dejaba denotar una clara obsesión por el tiempo y por no extraviarlo. Antes de adjudicarle un poco de soberbia, estaba el sinnúmero de querellas por parte de la menor de los Green.

- Ese es mi trabajo, Clarimond - Así como lo era el darle calma y seguridad con tu gesto -